En el Día de la Virgen

Sábado a la noche y la noche que le sigue:

Una pequeña historia al lado del fogón. Son extrañas las circunstancias en que se suceden las cosas. Maca me cuenta de los blancos de la Antártica y sus deseos de poder pintarlos, día tras día alcanzar a lograr todos ellos. Más temprano me contó de los negros de humo, de perder los álbumes familiares. Conmovedor relato acerca de Pachi, del amor y las cenizas. Entre medio una charla sobre compra y venta de obras que no termino de valorar.

Pienso en artistas con los que me formo, que no aparecen en las marquesinas y que entienden de obras sin objetos, de su insistencia por expandir lo que alguna vez se dio como un pequeño gesto… y cito: “…es de un taller en la facultad, que daba los sábados a la mañana el maestro Leopoldo Garrone, aprendí mucho de ese hombre, sobre todo, que ser artista era mucho más que un buen pintor o dibujante. Estuve dos años con él.
Era escultor, hizo mi cabeza en bronce, no se donde fue a parar.
Después de esos dos años, y de haber aprendido tanto de él, hice lo que muchos… seguí mi camino.
5 años después, quemó mucho de su obra y se colgó con un alambre, en su casa.
Quedé hecho mierda, por la pérdida y por sentir que lo había abandonado.
Aprendí un par de cosas acerca de la memoria, y la gratitud…”