“Guinne Reclined”
© Charlie Schreiner. Daguerrotipo. 2002Â
reproducción autorizada por el  artista.
ver texto del humilde gran homenaje
a Rosario Uberales en Espacio WIP
Rosario Uberales (Figueras, España, 19 de febrero de 1900 – Rosario de Santa Fe, Argentina, 2 de agosto de 2006) es una artista visual, performer, militante anarquista y asesina serial catalana.
BiografÃa OrÃgenes e infancia
Nacida Contxa Rosario Uberalls i Puig, Rosario creció en el seno de una tradicional familia de anarquistas catalanes. Su padre, Santiago Sebastián Uberalls, fue un activo militante de este movimiento y participó junto a Gustavo Cochet en la defensa de la República durante la Guerra Civil Española.
Perseguido por la Falange, SS (asà lo llamaban sus amigos) optó por salvar su vida y la de su familia emigrando, por sugerencia del propio Cochet, a la Argentina, por entonces tierra de libertad y amplios horizontes.
El grupo anarquista consiguió los documentos necesarios para que la familia pudiera llegar sana y salva a Sudamérica. Es preciso destacar que antes de pasar a la Argentina los Uberalls fueron alojados unos dÃas por Elisabeth Förster, por entonces presidenta del Mengele Yacht Club, en Asunción del Paraguay.
Camino a Buenos Aires, quiso el destino que por la rotura de un micro los Uberales (asà fueron inscriptos en el departamento de Migraciones argentino) decidieran finalmente radicarse en Rosario, cuna de la bandera argentina y –paradójicamente– de una rica tradición anarquista en la que la Uberales tendrÃa un papel no menor. El historiador cristiano rosarino Rogelio von Wernich señala –más allá de sus profundas diferencias ideológicas con la artista– la interesante coincidencia entre este hecho fortuito y el milagro que diera origen a la propia ciudad de Rosario en 1725, cuando –se dice– la carreta que transportaba una imagen de la se negó a continuar hasta que ésta fue depositada en el pago de los Arroyos, rebautizado luego como Rosario de Santa Fe [[1]].
El Padre de Rosario, sociólogo formado en la Universidad de Friburgo, fue condiscÃpulo de Martin Heidegger y tuvo al Dr. Joseph Goebbels entre sus profesores; una vez en la Argentina le fue asignada la cátedra de FilosofÃa del Lenguaje en la Universidad Nacional de Rosario. Pero lo limitado de su salario llevó a su esposa, Manuela Puig Carbonell, a regentear, bajo el seudónimo de Madame Safo, una célebre “casa de tolerancia” (también llamada cabarute, prostÃbulo, puterÃo, whiskerÃa, casa de citas, sauna, salón de masajes, puticlub, quilombo, gaterÃo, etc.) en el mÃtico barrio portuario de Pichincha.
Las tres hijas del matrimonio: Rosario, Amalita y Adriana, fueron educadas en la tradición de la Nueva Escuela Rosarina de Olga Cossettini, formación que alternaron con las clases de dibujo de Claude de la Rivière y las lecciones de clavicordio de Oscar “Pájaro” Gómez. Amalita y Adriana descollarÃan con el tiempo en el ámbito empresarial aunque, como es sabido, manteniendo una fuerte inclinación hacia el coleccionismo de arte. Más bohemia y desinhibida que sus hermanas, Rosario se entregó en cuerpo y alma a la práctica artÃstica, lo cual no fue por otra parte menos lucrativo.
Carrera artÃstica
Enrique Munné fue su primer maestro, y fue precisamente en su taller del Centre Catalá Rosarino que Uberales conoció al legendario Antonio Berni, con quien vivió un tórrido romance entre bastidores, pinceles y lluvias de aguarrás. DÃcese que tras cada mete-y-ponga, Rosario gustaba especialmente de recitar ante el futuro muralista siqueiriano extensos pasajes del Dieciocho Brumario de Napoleón Bonaparte, lo que serÃa decisivo en la afiliación de Berni al Partido Comunista del que serÃa expulsado muchos años más tarde, quizás justamente debido a su pasado con esta anarquista.
En relación con esta etapa de la obra de Berni, prestigiosos historiadores del arte como Wilhelm von Fanton afirman que el cuadro Manifestación de 1934 es, ni más ni menos, obra de ella. Hipótesis que ha generado no pocas controversias, aunque es verdad que de una minuciosa comparación con los bocetos de Uberales que se han conservado se desprende un fuerte parentesco con la pincelada, el dibujo y la paleta del maestro posteriormente atragantado.
De hecho, y según investigaciones más recientes [agregar cita] Rosario fue –seguramente a su pesar– una precursora en el terreno del arte de lo que décadas más tarde se conocerÃa, en el ámbito literario, como “escritor fantasma”. Trabajos académicos publicados en los últimos años [ver qué onda] se atreven a sostener que alrededor de un 80 por ciento de las obras emblemáticas de la plástica rosarina serÃan de su exclusiva autorÃa, desde el Monumento a la Bandera hasta el núcleo inicial de Tucumán Arde, pasando por La chola de Alfredo Guido y los Tagli de Lucio Fontana.
De más está decir que estas hipótesis han dividido las aguas en el ámbito de la crÃtica de arte local, generando detractores y partidarios igualmente apasionados. Éstos últimos, de hecho, fueron por décadas marginados cuando no directamente amenazados en su integridad fÃsica y psicológica, no faltando episodios concretos de violencia[2].
La influencia de Uberales en la cultura del Rosario profundo, sin embargo, no se limitó en absoluto a las artes visuales, y tuvo un alcance decisivo en la polÃtica, la literatura y la gestión cultural, entre otros campos. Una tradición oral afirma que, de no ser por la discusión que Rosario sostuvo con Ernesto Guevara después de una noche de sexo desenfrenado sobre si la posición ideológica a adoptar para la revolución en Latinoamérica era la freudo-leninista o la lacano-trotskista, el “Che” jamás hubiera tomado la motocicleta que lo condujo a su destino.
Pero no todo era pinceles, fusiles y materialismo dialéctico en la vida de Rosario, de quien se cuenta que también gozaba de un poco frecuente sentido del humor. A su autorÃa pertenece el primer texto escrito en rosarigasino: La revolucigasión es un suegaseño etegaserno, cuyo primer capÃtulo señala que
Lo primegasero que degasebe defendegaser un autegaséntico marxigasista es el camigasino a la revolucigasión, pero sin descuidasigar la priorigasidad absoluta del degasarrollo espirigasitual: si no puedo bailasigar, no me integaseresa tu revolucigasió .[[3]]
También era habitual encontrarla en las animadas tertulias sobre fútbol, libros y culos en el mÃtico bar El Cairo, donde formaba rueda con el maestro Roberto Fontanarrosa y las larvas que gozarÃan de una efÃmera fama tras la muerte de éste, amenizando aquellas veladas de bohemia con un extenso repertorio de términos gruesos y chistes de vestuario.
De su filiación futbolÃstica –tema caro a los habitantes de Rosario– poco y nada se sabe, aunque todos coinciden en su acendrada pasión al respecto, que la llevó a tener legendarios encuentros sexuales con jugadores, tanto de Newell’s Old Boys como de Rosario Central, en ocasiones en una misma sesión. Puede decirse que su virulenta inclinación a los pecados de la carne la convirtió en una precursora de la unidad del pueblo rosarino sin distinción de banderÃas.
Las teorÃas que afirman que Rosario Uberales fue la encargada de la iniciación sexual y artÃstica del querido “Negro” Olmedo, e incluso la autora intelectual de personajes entrañables como el Capitán Piluso, han sido recientemente desestimadas.
En el ámbito de la gestión cultural, por último, la actuación de Uberales fue decisiva para la constitución del extenso campo institucional rosarino. Es bien conocida su influencia en la creación de museos emblemáticos como el Histórico Provincial Julio Marc, el Municipal Juan B. Castagnino y otros fundados por conspicuos coleccionistas a los que Rosario –quien, como anarco-marxista de la lÃnea tardoleninista del V Congreso nunca dejó de valorar el rol del Estado en la educación artÃstica del pueblo– persuadió por todos los medios posibles, inclusive carnales, de donar sus colecciones completas al Estado creando sendos museos públicos y gratuitos. Un eco de esta actitud se produjo en sus últimos años, cuando, ya postrada y afectada de frecuentes ataques de Alzheimer, Rosario –sorprendentemente al tanto de las últimas manifestaciones del arte– expresó un confuso deseo de fundar el primer museo de arte contemporáneo de la región en alguna de las estructuras abandonadas del puerto rosarino. Este genial producto de su delirio fue recogido por su más cercano interlocutor, su enfermero Fernán Farináceo. Sobre esta misma idea, años después, se fundó el MACRO. La estructura edilicia de este museo es sólo uno de los rasgos del mismo que honran las circunstancias en que fuera concebido.
Enfermedad y muerte
En marzo de 2005, durante un homenaje en el Fondo Nacional de las Artes, Uberales sufrió una descompensación por la que el evento debió cancelarse. Tras algunos episodios similares, a finales de ese año le fue detectado un tumor maligno en el recto, sin que los médicos pudieran hacer nada al respecto. En mayo de 2006 fue internada en el Sanatorio Plaza, donde expiró el 2 de agosto.
Rosario murió en un avanzado estado de deshidratación y sosteniendo un ejemplar del Kamasutra entre sus manos; sus últimas palabras fueron “Rosario por sobre todo”, lo que fue interpretado por algunos como una proclama expansionista y por otros como la descripción de una posición sexual, aunque algunos grupos neonazis no descartan un sencillo pero revelador juego de palabras entre su propio nombre y la traducción al español de un memorable slogan del Führer. Rosario murió asistida por los consuelos de la religión católica y rodeada de sus seres queridos: sus ocho hijos, sus
diecinueve nietos y los siete bisnietos que llegó a conocer antes de convertirse en un ente babeante y desconectado de la realidad.
Su cuerpo fue velado en el Centro Cultural Parque España, cuyo director pronunció un sencillo pero emotivo discurso. Al dÃa siguiente fue sepultada en el mausoleo de la familia Uberalls Puig Contxa del Cementer Catalá El Salvador de la ciudad de Rosario, donde cada 2 de agosto manos anónimas depositan una camelia roja sobre su lápida.
Otros datos de interés
En los años cuarenta, Rosario alquiló un atelier en el Pasaje Pan, donde funcionan actualmente los sanitarios. Recientes investigaciones afirman que la galerÃa independiente Cultura Pasajera eligió su actual emplazamiento como un silencioso homenaje a la artista.
De sus excursiones dominicales a la isla, se sabe que Uberales dialogaba –mientras encendÃa un churro que hubiera asombrado al mismÃsimo Bob Marley– con el pintor muralista Raúl DomÃnguez y que fue ella, de hecho, quien despechada con Berni, realizó insistentes gestiones para que DomÃnguez ornamentara la estación fluvial.
Uno de sus apodos marginales fue “Rosario numerales” y se relacionarÃa con su afección por la posición sexual denominada “en cuatro”.
Entre su amplia descendencia se encuentran varias de las personalidades que dinamizan actualmente la escena de arte rosarina. Si bien no se cuenta con confirmación de fuentes, ha trascendido que entre ellos se cuentan integrantes de los colectivos Compartiendo Capital, Hermana Favorita y Atypica.
Era tan intelectual que en vez de escuchar música se leÃa las partituras. Esto le habrÃa generado algunas confusiones entre géneros, pues como todo el mundo sabe, la lÃnea que separa el reggaetón del pasodoble es muy delgada.
Además de sus autorÃas fantasmas, el talento de Uberales fue transmitido a unos pocos y estrictamente seleccionados alumnos, entre los cuales descollarÃa la estadounidense Grace Jackket, figura destacada del arte polÃtico local y una formación de la que Uberales se arrepintió hasta sus últimos dÃas.
Residencia Internacional de Artistas Contemporáneos
“En el dÃa de la Virgen”
Rosario, febrero 2011.
Organizan:
CuratorÃa Forense y Cultura Pasajera
Colaboran:
Ente TurÃstico de Rosario, Centro de Expresiones Contemporáneas, PanaderÃa Nuria, Residencia Los Soles – Cooperativa Encuentro, Espacio WIP
NOTAS:
-
[1] Rogelio von Wernich, Anales del paÃs que los zurdos apátridas hicieron mierda. Rosario, Claridad, 1970.
-
[2] La crÃtica Eva Greenberg sufrió vejaciones cuya descripción excede los lÃmites del buen gusto. Muchos de los afectados por el denominado “pogrom rosarino” acabaron sus dÃas en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros, donde resolvieron parte de sus problemas en el taller de artes plásticas.
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[3] Rosario Uberales, La revolucigasión es un suegaseño etegaserno. Rosario, Kraft, 1938.
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