Lo público, Violencia Rivas y Micky Vainilla
César Cortés Vega
Día nublado y feriado. Extraño que en una época de festival la ciudad esté tan vacía. Intenciones y sus sucesivas contradicciones: querer algo implica ser inexacto. La sed de presente que tiene toda equivocación es lo que nos motiva por ahora. Por eso cuesta trabajo adaptarnos, porque entre nosotros existen diferencias que no se ventilan gracias a que creemos que hay que vivir el presente de tal o cual manera. Se discute si las instituciones, si el papel del artista, si la participación y la obra. Ahí se dibujan algunas diferencias, pero pocas veces se ponen sobre la mesa. Una estrategia del ser postcolonizado es no hablar claro. Pero se entiende también por qué: si la ruptura se da, sería difícil coordinar cualquier trabajo en colectivo. Lo público es político o es ciego, no puede haber duda. Y la política sirve para equilibrarnos como seres pertenecientes a un estado de cosas. Pero lo público no está solamente en la calle, lo hemos discutido varias veces en la residencia. Está en los medios, en los productos que adquirimos y los discursos que sostenemos. Detrás de nuestras declaraciones, de nuestros modos de usar el espacio, nos valemos de un conocimiento sobre cómo usar el poder… Hay, por ejemplo, momentos en el que todos estamos conectados a Facebook. ¿Para qué? Para representar la opinión entre quienes sabemos que estarán de acuerdo con nosotros y nos seguirán aceptando dentro de sus círculos. Cada vez da más miedo decir de manera directa, porque eso nos enfrenta. Y, adaptados a la diversidad, las contradicciones con el otro son infinitas. Hoy se perfila claramente un radicalismo, generalizado y diverso, de closet.
Contrapunteo esto con la burla al radicalismo extremo que hace el humorista argentino Diego Capusotto en sus personajes… ¡Violencia Rivas! Y la verdadera verdad verdadera de su anarco punkismo radical. Qué hizo ella con el punk rock: ¡fundarlo! ¡Mito fundacional! Por eso se manifiesta. Cuando la música era aquella tontería fresona que enaltecía repeticiones obsesivas relacionadas con lo bonito que era todo, Violencia Rivas irrumpía en la escena -¡la escena!- para declarar la falsedad de la sociedad burguesa. Maestrazo el Diego Capusotto, que vemos en una sesión informal de YouTube el día anterior, que vestido como una señora de la clase media, patea al perro, pide más ron y fuma mientras nos relata su radical radicalismo radical. Uno de sus éxitos: “Métete tu cariño en el culo”, declaración anti machista que devela las intenciones que se ocultan tras el discurso del amor romántico: ganas de coger, garchar, follar, matar el oso a puñaladas… etc. Otra declaración es contundente: ¡La puta que te parió!
Claro, Capusotto no se mete sólo con uno de los muchos lados, así que luego el puntero da con otra joya. Un cantante neonazi, Micky Vainilla, con composiciones para toda la familia repletas de xenofobia. Baile afectado, cuello alto, bigotito hitleriano. Se trata de una entrevista en la que el cantante –con ojos chispeantes de buenaondismo ardoroso– niega las acusaciones de su entrevistador. Mirada inocente y voz suave, bacán, que no se mete en honduras, que sólo produce sin preguntarse para qué, sin esperar que le pregunten, justifica la razón por la cual dice lo que tiene que decir: todo dirigido a la familia, a la sana diversión, incluso, por qué no, ¡al arte! Siempre y cuando el latino o el negro -la diferencia- se encuentren alejados, todo estará bien. Micky Vainilla es un artista que declara libremente su punto de vista: todo lo que no se parezca a él es despreciable. ¡Aún así éste produzca música disco basura!