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Conducta en las ferias de arte contemporáneo / Amanda de la Garza. 22 de octubre 2011

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No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Así es como comienza el cuento de Julio Cortázar “Conducta en los velorios”. Literatura sociológica, ejercicio literario de microsociología.

Este ejercicio pudiera transferirse a las ferias de arte. Se podría hacer una etnografía rica, satírica, mordaz, ácida sobre aquellas prácticas, aquellas conductas, aquellas vestimentas, aquellos juicios que pululan en las ferias de arte contemporáneo a nivel global pero sobre todo en el contexto latinoamericano. El primer concepto que me viene a la mente para describir lo que sucede en una feria como la de ArtBo es el de habitus. Para ciertas élites latinoamericanas las ferias de arte se convierten en un lugar en donde se consolida el capital cultural, una esfera de reconocimiento de la clase,, y del cosmopolitanismo desesperado, las ferias como el lugar donde la clase se despliega a través de actitudes, comportamientos y modos de relación, al mismo tiempo que es el lugar desde donde se refuerza y consolidan estos comportamientos por el acuerdo social implícito y explícito de lo que ahí debe acontecer. Y ello no implica hacer una crítica a la relación entre arte y dinero, o a la existencia misma del mercado del arte y a un presupuesto moral sobre el mismo (hemos discutido varias veces en la residencia este problema), sino a entender las formas específicas de relación social que produce. Un ejercicio comparativo, en la feria de arte en México MACO pasan vendedores con carritos vendiendo aguas Perrier y champagne; en Art Bo se pagan 25, 000 pesos (unos 13 dólares) por comida cosmopolita que se cobra de acuerdo al gramaje. Esto aunado a maneras de hablar, de caminar, de vestir, de saludar, de contestar el teléfono celular, de preguntar por el precio de una obra de arte, de observar, exclamar y proferir juicios sobre las obras. Pareciera que hubiese un manual de comportamiento en las ferias de arte contemporáneo, que está incorporado de manera inconsciente, pero que también opera en el espacio del juego de roles y de la perfomatividad, porque tenemos presente la mirada de otro, y en las ferias esas mirada se vuelve mucho más rigurosa, porque está en el centro del juicio; las ferias de arte contemporáneo como centro del juicio.

Aún queda por hacerse un manual… ¿Será que las ferias de arte son también un velorio?

Por lo regular no nos molestamos en acompañar al difunto hasta la bóveda o sepultura, sino que damos media vuelta y salimos todos juntos, comentando las incidencias del velorio. Desde lejos vemos cómo los parientes corren desesperadamente para agarrar alguno de los cordones del ataúd y se pelean con los vecinos que entre tanto se han posesionado de los cordones y prefieren llevarlos ellos a que los lleven los parientes. –Julio Cortázar

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