Plenamente: viviéndolo desde dentro de él; habitarlo, en la aguja de cada instante, en cada aguja instante: y habitar en él todo lo que habitar cede al habitante. (Habitar el tiempo, Joao Cabral de Melo Neto).
Y de pronto, corriendo por Carrera 7 hacia el norte, la miseria terminó. El desvanecimiento era completo. ¡Qué bonito es Bogotá! Dice el poema de Amanda y Andrés y pareciera que las marcas de diseñador, las cadenas de restaurantes y los pulcros edificios anaranjados se hubieran comido todo a su paso para crear un idílico mundo visual para acoger al oficinista, los jóvenes clase 4 y uno que otro turista con mirada escrutadora.
Este es un nuevo Bogotá, que incita al consumismo y devela las políticas de ocultamiento que pretenden erigir un país que ha acogido el neo-liberalismo donde se marquen más las diferencias de clase y los ingresos para la mayoría sirvan apenas para el sustento diario.