Partimos hacia el pueblo, caminando en grupos que fluctúan, se arman y se rearman. Llegamos a la plaza del pueblo, la recorremos. Una larga fila de futbolitos espera en silencio.
Una ficha, y el tacataca despierta, convoca.
La reunión alrededor del taca taca crece, aumenta. Los niños de todos tamaños se apiñan alrededor. Voces locales, dichos propios, sabores que se comparten y se descubren.
La frescura y espontaneidad de la gente que voy conociendo, que me va mostrando la cara de villa alegre. Los artistas que siembran ideas, soluciones, preguntas.
La luna llena acompaña, las viñas amigas enmarcan el retorno a la Casona.