BIENAL DE SÃO PAULO 2010. dividir para gobernar.

este artículo forma parte de la cobertura especial
de la 29a Bienal de Sao Paulo en Curatoría Forense

La hipótesis que estamos tratando de comprobar es si la entrada del arte política en una bienal (o a los museos) actúa como una modulación del descontento. Este texto tiene la pretensión de indagarla.

Durante la conferencia de prensa le hicimos esta pregunta a los curadores de la 29va Bienal de Sao Paulo y ellos respondieron -en boca de Agnaldo Farias y como era de esperarse- que no; que su trabajo se basa en un extenso programa educativo que intenta poner a disposición los contenidos políticos de estas obras entre los espectadores, con énfasis en los alumnos de primario y secundario.

Esta respuesta obliga a establecer la diferencia entre arte y pedagogía de arte, pero a esto lo dejaremos para más adelante.

Una periodista brasilera, inmediatamente después de nuestra consulta, dice la relación entre arte y política no es también una relación entre el arte y la religión que actúa de manera política?. No -contesta Moacir dos Anjos- porque la religión modula los contenidos.

Separemos un poco las cosas, entonces, en un intento de comprenderlas y luego veamos cómo se relacionan.

Hay un arte política que podemos llamar arte panfletario, un arte centrado en el conflicto que subordina la producción artística al cumplimiento de los objetivos de la política combativa, un arte de señalamiento y denuncia. En otras palabras: un arte en el que el hecho estético es auxiliar del llamamiento ético.

Un arte que pretende convertir la discriminación en discriminación positiva.

El arte panfletario es, comúnmente, un arte de fuegos artificiales para provocar una (aparente) sorpresa y exigir una respuesta inmediata. Las más de las veces la respuesta esperada es la indignación moral (y no la acción política o ciudadana). Nuevamente el camino es largo entre el malestar y la acción.

Otro arte política es un arte de mantenimiento de la política de los acuerdos, un arte de encantamiento, de seducción, en el que se despliega el discurso dominante de manera de continuar sosteniendo el atractivo (de esas formas políticas). Un arte de servicio político cuya único objetivo es “sin eufemismos pero con buenos disfraces- la reproducción del orden hegemónico.

Otro de estos artes se dedica específicamente a estandarizar las relaciones entre los agentes culturales, siendo obras que construyen y se desenvuelven en las intersecciones de los sistemas institucionales (públicos y privados) con el sistema económico-financiero del arte, obras de arte política convertida en arte diplomática: obras que saben aguardar hasta hacer un pacto.

Por último, podemos hablar de arte de conmemoración cuya función es traumática. Al sostener el hito mediante el señalamiento de próceres, separándolo de lo prosaico, construye en el pasado una autoridad que obliga en el presente. Arte política de connotación ética.

El asunto entonces es que esta 29va Bienal de Sao Paulo reincide en el tema del Arte Política luego que la 27va Bienal “curada por Lissete Lagnado- ya la había enfrentado, siendo requerida entonces no sólo por sus propias decisiones al respecto, sino también por los planteamientos y acciones que Cómo Vivir Juntos tomó al respecto.

Más aún, coloca a la 28va Bienal En Vivo Contacto y su estrategia de plazas de participación ciudadana que excedió al pabellón bienal y su política editorial de catálogo masivo en papel de diario- como eje de equilibrio entre ellas. De esto hablaremos en otro artículo.

¿Qué se puede decir, a estas alturas, del Arte Política que no esté dicho? Y siguiendo la respuesta de los curadores: ¿Cuál diagrama de despliegue pedagógico afectaría efectivamente la relación entre la producción artística y la acción política ciudadana? Porque detrás de la pregunta por el programa pedagógico está la otra pregunta: ¿qué es lo que es capaz de enseñar la pedagogía del arte?

A nuestro parecer la pedagogía de arte sólo es capaz de enseñar conocimientos asentados, conocimientos que han alcanzado validez a través de la sustentación del valor a través de la autoridad pedagógica, funcional muchas veces a un sistema de ordenamiento social y a su control.

Dicho menos complacientemente: la pedagogía es un dispositivo de disciplinamiento -del cuerpo y del discurso- cuyo objetivo primero -y tal vez único- es la reproducción del sistema dominante. En la enseñanza de contenidos se esconde, ante los ojos, la enseñanza de formas ideológicas.

En la pedagogía de arte éste es el disciplinamiento de la mirada -de los modos de ver-. El modo de ver implica el reconocimiento e interpretación de las formas artísticas legítimas y, por tanto, es un modo de reafirmar y sustentar un canon. El que ve reconoce lo que sabe.

En caso contrario la pedagogía de arte entraría en una paradoja del tipo El padre enseña que lo que hay que hacer es matar al padre. Esto nos parece insostenible en términos pedagógicos.

Entonces, al entrar a la bienal (o a los museos) el arte política sería afectado por un proceso de desactivación política que va ligado inevitablemente a su pedagogizacion. Una bomba de tiempo se ha convertido en un reloj de sobremesa porque el problema realmente riesgoso ocurre en otra parte: en el enfrentamiento y discusión explícita del arte ideológica.


Jorge Sepúlveda T.

Curador Independiente

Ilze Petroni

Investigadora de arte.

Nota:

  1. Llamamos Arte Política para ampliar la noción en uso y diferenciarla de las pre-existentes Arte y Política y Arte Político. Usamos Arte Política en referencia al uso que se le da a Arte Poética: una producción que es simultáneamente obra e investigación sobre el modo de hacer obra.

One response

  1. Siguiendo como siempre tus escritos me sorprendió que dijeras que TODA pedagogía es disciplinaria. Comenté tu artículo con una investigadora en educación amiga y me envió esto: «Tal vez él se refiera exclusivamente a la pedagogía académica hegemónica y cristalizada… Toda educación es ideológica en todo caso, y funcional a la reproducción de un sistema social determinado, como otras prácticas sociales -también el arte?-. Pero esa no es su única función; en las prácticas pedagógicas aparecen otros procesos sociales como la resistencia, la transformación, las construcciones otras. Como si se tratase de las dos caras de la luna. Todos esos procesos están en una totalidad particular. La posibilidad de verlos o no dependerá de quien mira, de romper el cristal, de reflexionar acerca de la propia interpretación, de desmontar el propio punto de vista que se ha montado a través de los discursos sociales que, nos guste o no nos guste, nos constituyen (esa es otra pedagogía). Alguien es capaz de situarse más allá de lo social? Considerar que las personas son simplemente receptáculos pasivos de lo que desde afuera se les impone es una premisa, fundamentalmente política, de las pedagogías de la reproducción, que han resultado ser funcionales al sistema, a su vez. Eso te puedo decir, cortitamente.»
    Me pareció interesante mandártelo.
    P.

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