Día 4 / Ana Ro. 18 de mayo 2013

 “esto es una fiesta de locos, hey hey hey!” calle 13

La noche fue el resultado del mayor intercambio cultural, me apresuro quizás al decirlo, antes vivido por el grupo de residentes participantes de la experiencia “El deseo del otro”, ciertamente comenzamos el día con la expectativa del encuentro nocturno. Algunos con la certeza del encuentro cercano, otros con el ánimo de degustación de bebidas típicas o particulares de uruguay, y los más aplicados, con la convicción del reconocimiento de la otredad y la satisfacción del deseo de ese otro que se presenta ante ellos/as solicitando la realización de la pulsión (léase con ironía).

El día fue intenso, atravesado por momentos de intercambio con actores de la comunidad local, los cuales estaban convocados a presentar su experiencia de trabajo de gestión, desarrollo creativo, etc. Surgieron las experiencias y a su vez algunas concepciones relacionadas al arte. Frente a ese encuentro, por cierto interesante, me preguntaba lo necesario de partir de un lenguaje común.

La idea del lenguaje común, hace que reflexione desde el pensamiento de Pierre Bordieu con su ideario del código común, he allí el punto de partida del análisis del acceso a la cultura, al capital cultural y simbólico de ese otro, es en síntesis a su vez, la metáfora del fenómeno de la torre de babel.

Justamente metáfora que en nuestro intercambio, hace que el juego se vuelva aún más interesante pues estando debajo del mismo paraguas (gestión- arte contemporáneo) incluso hablando distintos idiomas igual comprendemos del otro los conceptos gruesos que transmite, eso es un potencial que solo se explica a través de ese capital simbólico compartido.

Haciendo síntesis, y dando cabida a un tema también sobrevolado ayer como lo es el valor de lo educativo en los procesos artísticos, cerrare el reporte citando uno de los ejemplos con poética más linda en esto de la transmisión del legado, el ejemplo parte del aprendizaje de saber mirar las hojas que caen en otoño. Espero les guste y abra la posibilidad de nuevos intercambios colectivos.

De esta disposición aparentemente natural cita “Bourdieu demuestra que tiene que ver con una relación particular con la naturaleza (la de “detenerse a mirarla”, una relación especulativa), que es más propia de los sectores medios que de los sectores populares, que tienen una relación más bien de uso (salir de picnic, salir de paseo, jugar al fútbol en el parque).También hace falta tener el tiempo para sentarse a mirar las hojas que caen, hace falta tener árboles cerca, y hace falta tener referentes adultos que le enseñen a uno a hacer eso. Todo eso no tiene nada de “natural”, sino que tiene que ver con prácticas sociales y disponibilidades materiales que están desigualmente distribuidas. Uno incluso podría preguntarse cuán importante es “sentarse a mirar las hojas en otoño”, y si eso tiene que ser el objeto de distribución cultural de la escuela.”1

1-Ana Abramowski, Ines Dussel Las identidades y la pedagogía: variaciones en torno a un campo de problemas.

 

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