El nuevo paradero, una nueva frontera, el propio territorio observando una vez más al otro. Un otro que supone nuevo conocimiento, otros son el espejo de uno mismo en paralelos supuestos: cantar un cumpleaños feliz de otra forma, ver el mismo tipo de noticia que en tu país, otros que también madrugan para venir, otros que también tienen hambre por un largo viaje. Aprender a tomar por juego un comunismo inicial después quince años de introspección. Y al dormir con el otro, despertar con el otro, un sarcófago amable y la redefinición del lugar común. Una fiesta onírica donde una gallina pone huevos a un costado mío mientras yo duermo en mi nueva cama, siento el olor particular que expulsa al ponerlos, todos me felicitan, he logrado hacer que una gallina ponga huevos en invierno.