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febrero 2011 (15,6 mb, pdf)
MACVILL *****
Tengo algunas ideas dando vuelta:
En primer lugar la “temporalidad†museal en la historia del arte.
Esto es, su aislamiento más o menos deliberado del contexto social al que pertenece. Una suerte de isla en medio de una población que, aunque muchas veces mencionada, tuvo un perÃodo en el que quedaba fuera de circuito. Apropiación de referentes ideológico- culturales en forma icónica (el lÃder, la épica, su piedad, por ejemplo) pero que en muchos casos demandaba una enciclopedia mucho más nutrida de lo que el promedio de sus espectadores estaba en condiciones de acceder, de interpretar. En su momento la Sixtina era tan culta que su espectador in tempo, carecÃa de la suficiente instrucción básica de lecto-escritura que estaba muy lejos de poder decodificar una polisemia visual conectada con los tratados teológicos de los doctores de la iglesia y la filosofÃa del momento.
El arte contemporáneo (formal y estéticamente hablando) tuvo también sus idas y vueltas respecto de su “permeabilidadâ€. Arte & vida en distintos niveles de intensidad de conexión con lo comunitario, más o menos simples, (o más o menos complejos) Alberto Greco con sus señalamientos en la vÃa publica y los distintos estratos sociales, es el ejemplo más inmediato que viene a mi mente, o la escultura social de Joseph Beuys, es otro…
Otro punto: Del “poeta vigoroso†al artista “socialâ€.
Reynaldo Laddaga define (para el ámbito de la literatura, claro está, pero perfectamente aplicable a las artes visuales) la angustia del poeta vigoroso en términos de ser el autor de los grandes aportes estéticos. Entiendo esto, como un sentimiento tÃpico del artista moderno que equipara su éxito artÃstico en la medida de su carácter de referencialidad en la escena a la que pertenecÃa, o dicho de modo más explÃcito, la meta del artista pre-baudelaireano estaba puesta en su legitimación como MAESTRO ineludible de su contemporaneidad.
Los pre-conceptos del GRAN ARTISTA como aquel que vive sumergido en un estado de introspección permanente en su taller privado, concuerdan perfectamente con el perfil laddagariano que vengo de citar.
En más de una ocasión pienso que en historia del arte contemporáneo existen dos momentos “expandidos†claves: aquel ya conocido de Rosalind Krauss y la “transversalidad†del arte con otros espacios extra-culturales que viene sucediendo en los últimos años y que articula arte con educación, medicina, desarrollo social, etc.
Un tercer aspecto: aquà llegamos al MACVill (Museo de Arte contemporáneo de Villa Alegre). Más allá de la primera instancia de interpretación de un museo dentro de otro museo, sucede una suerte de complementariedad entre uno y otro. Ambos perfiles, opuestos entre sÃ, resulta de la permeabilidad de uno1 en cuanto a criterio de adquisición de obras (TODO es objeto potencialmente adquirible) y la “adaptabilidad†de otro2 que aprovecha rigurosamente los criterios de legalidad de aquel.
Por otro lado, la dominante estética del museo local (como maquinarias de oficios, artesanÃas y manualidades) y el nuevo museo incorporado al patrimonio de aquel, se encuentra en el lÃmite entre lo artesanal y el objeto de arte propiamente dicho.
MACVill puede legitimarse ya como elemento disociativo entre dos jerarquÃas diferentes de producción cultural de arte versus artesanÃa arriba citado, ya camuflada con la estética institucional cuya maqueta a diferencia de las otras no reproduce, produce y emula simultáneamente el sentido de arte universal.
Mónica Herrera
Notas:
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