Siempre que los que somos de la Ciudad de México vamos a provincia tenemos que enfrentar un gran problema: Los aztecas tenían doblegados y dominados a todos los pueblos del territorio que abarcaba su imperio, desde el sur de Estados Unidos hasta Nicaragua, incluido Michoacán. Por herencia cultural, entonces tendemos a sentirnos algo así como “reyes” al llegar a provincia, “reyes” que vienen a ver y revisar “sus” territorios. Esto es tan evidente que en el norte de México se hizo famosa la frase: Haz patria y mata a un chilango.
Y así, comencé el tercer día de la residencia. Recuerdo que por la mañana se me hizo tarde para ir a la presentación de los directores de un espacio independiente de fotografía y al ir junto con una de las venezolanas nos perdimos en el camino: es “chistoso” ir a un lugar del que no se tiene la menor idea de dónde está.
Este espacio independiente de fotografía me recordó a la Escuela Activa de Fotografía que hay en Coyoacán pero que, a diferencia de ésta, la de Morelia da la impresión de estar siempre en una especie de equilibrio muy inestable: el edificio donde está es “prestado” por un particular, tienen problemas de financiación e incluso cuentan con el saboteo de algunos fotógrafos de Morelia. No sé, la escuela me pareció bien, no está planteada como el gran negocio (la de Coyoacán si), han formado ya a algunos fotógrafos que han entrado a trabajar a la agencia cuartobscuro, han producido algunas muestras de fotografía y, por lo menos ahora, cuentan con un pequeño apoyo del FONCA. Sin embargo si, las dos personas que la dirigen se veían desoladas y temerosas del futuro.
Por la tarde fuimos al flamante espacio cultural del Estado, el centro Vasco de Quiroga o algo así. El director era la imagen opuesta de los que dirigían el espacio independiente: superseguro de si mismo, seguro de su puesto de director, seguro de su presupuesto, seguro, seguro, seguro de todo.
Aún así, a la hora de los números contundentes se vé que tiene un presupuesto sumamente exiguo y que las exposiciones las suele “sacar” del “banco de exposiciones” del INBA, intercalando tal vez alguna que otra, pero muy pocas, de producción local.
Me llamó la atención que en ambos espacios tenían una actitud más bien saboteadora hacia el Festival Internacional de Cine de Morelia.
Entre una visita y otra entré a una función de cortos (short films) de 8 directores en el festival de cine. El cine estaba lleno, la entrada era gratis y las pequeñas películas eran intensísimas, superingeniosas y bastante tracendentales.
Sólo voy hacer dos recomendaciones: Los espacios del estado deberían de buscar mecanismos para financiar a los espacios independientes y tanto los espacios estatales como los independientes deberían de acercarse a Daniela Michel y programar actividades que enriquezcan al mismo festival, pero sobre todo, que enriquezcan la vida cultural de Morelia y éste festival deje a la ciudad algo más.
No voy a mencionar lo de la exposición de fotos en el contexto del ser azteca.
Una de las brasileñas se sintió parecido a la venezolana del día anterior: debilidad, sudoración en exceso, etc.
Por cierto, las dos venezolanas (¿?) son argentinas(¡!) y la foto es de algo extraño que estaba sucediendo en una plaza de Morelia: las chinitas o japonesas estaban cantándole a la chava que se ve sentada, tal vez era una serenata rara de parte de su “novio” que es el que está en el extremo derecho.