No alcanza con solo ser buenos artistas, podemos ser y tenemos la obligación de ser los mejores artistas que podamos pero aparte de eso para tener una visión de horizonte y no chocar con las piedras que se presentan en el camino, uno necesita adquirir un profundo conocimiento de como funciona y como se gestiona el arte, desde su manzana a su población su barrio, su provincia, su estado, su país y su región Si como artistas no nos preocupamos por saber como son las políticas culturales que nos rodean, difícilmente podremos producir de forma efectiva y sostenible, independientemente a lo excelente que podamos ser en términos individuales.
Entender la realidad en la que estamos produciendo, el contexto principalmente en los países de nuestra región donde recibimos constantemente un discurso de afuera que es el discurso hegemónico que nos limita y nos pretende hacer de menos. Pero, si tan solo los que estamos en este espacio reunidos, volviéramos la mirada hacia el otro, o mas bien nos hicieramos conscientes de los otros -pienso es lo que buscamos- con solo escucharnos nos podemos instalar en un hermoso concierto de diversidad cultural, y a medida que hablamos vamos encontrando tonos de diversidad, voces de diversidad, cada uno de nosotros conforma esa diversidad y ese es otro de los elementos ricos que debemos entender y aprovechar como artistas. El escenario cultural en América latina se muestra altamente cargado de convergencias capaces de reconfigurar nuestra cosmovisión desde la identidad nacional a las heterogeneidades que sobrepasan las fronteras.
*Imagen: Joaquín Torres García, América Invertida (1943).