Buscando a Maradona en Córdoba sentí que quien apuesta por la astucia se vuelve alguien de piedra. Pero en esta ciudad ya ni en espíritu aparece este portentoso Ulysses. Gracias a los comentarios de Lucero Van Gogh o del taxista, Maradona es humano, demasiado humano. Córdoba no tiene la mano de Dios como su presente, retoma el fútbol como algo tan normal que no lo sobredimensiona como pensaría un visitante colombiano en tierra futbolera.
Sus historias, de esta urbe atormentada por un pasado dictatorial, son denuncias y acciones frente a los poderes. Inclusive sobre el fútbol, al cual le dan un lugar prudentemente cotidiano . Buscar la imagen maradoniana es intentar hegemonizar sobre el otro, un héroe. Entendería entonces, o podría forzar a hacerlo, la presencia de San Martín en Lima por encima del libertador Bolívar (que me hizo entender Carolina). Maradona ha librado una lucha solitaria contra y por sí mismo que de ser tan grande se vuelve invisible. Los que hemos apelado a un ateísmo maradoniano, insistiremos por la ausencia de una deidad en la voz de cualquier argentino.
Amén