Melones y cabinas telefónicas.2
Desperté temprano con un propósito. Conseguir una cabina telefónica para llamar a casa.
Mi plan consistía en caminar los 2 km que separan La Casona Solariega del centro del pueblo y dar un paseo para conocer la zona.
Edith me ofreció ir con su padre al pueblo en el auto. Partimos luego del desayuno. Ellos tenían que conseguir melones para el postre del día. Acepté con gusto, estaba entusiasmado con la idea de compartir el viaje y conocerla un poco más.
El pueblo se movía tranquilo. Llegamos, bajamos en varios lugares y preguntamos por fruta y cabinas. El policía sentado en su escritorio nos confirmó que no quedaban cabinas telefónicas en Villa Alegre luego del terremoto. Fuimos a San Javier, una localidad próxima, y tampoco quedaba ninguna allí.
Bien. Me quedaba claro que este no era el camino para conseguir mi llamada.
– Los melones estaban ricos –
Por la tarde nos reunimos a ver nuestros trabajos. Es maravilloso entrar en otros mundos.
A veces requiere de un poco de trabajo y otras veces ingresas como llevado de las narices sin ninguna resistencia a ese encantamiento. Estás adentro y respiras ese aire.
Me pasó dos veces hoy.