FREE PUSSY RIOT / FREE BOOBIES RIOT / FREE BODY RIOT

Trust, but verify.
Ronald Reagan

El affaire Pussy Riot -es decir, el encarcelamiento de las chicas que invadieron una iglesia en Rusia y cantaron una canción instando a la virgen María que intercediera contra Putin- se siente como estar viendo el Día de la Marmota. Cada mañana despertamos para ver cómo el orden establecido se repite; incluso en aquellos que -sin querer queriendo- institucionalizaron formalmente la herejía.

Hay un día, un procedimiento, una rebeldía que se repiten y aparecen siempre como nuevos. Que son siempre nuevos precisamente porque la noticia de ayer es la primicia de mañana. Esto es: se presentan como novedosas cosas ya sabidas como que el Estado tiene el monopolio de la violencia legítima; que todos somos hippies hasta que le tocan el culo a mi pareja; que un grupo de chicas reafirman el poder de la iglesia y de su sistema de creencias ritualizadas, al otorgarle una autoridad sobre sus acciones, al convertirla en su contexto de significación sin el que serían insignificantes.

El artículo de Slavoj Žižek no hace más que redundar en los postulados de Beltort Brecht y, con ello, inducirnos a una nostalgia bienpensante de la acción política que no es más que un síntoma de mala conciencia.

Esta nostalgia ha saturado los medios de comunicación y las redes sociales. La consigna FREE PUSSY RIOT ha derivado en convertir su vaciamiento en un meme. Una chica exhibe sus tetas, mientras corta una cruz con una motosierra y exhibe su registro en Youtube. Otras chicas exhiben sus tetas mientras sostienen en sus cuerpos la consigna. Todo se convierte de pronto en FREE BOOBIES RIOT.

El síntoma se expande viralmente y las acciones artísticas con connotaciones políticas tienen poco de arte y mucho de propaganda. Esto es volver a caer en la trampa que tiende el arte con pretensiones de acción/intervención políticas. Luego vienen esos otros que cubren esculturas con los mismos pasamontañas que las Pussy Riot tenían durante su “atentado».

Un vaciamiento del signo es basamento de más vaciamientos del signo. Finalmente uno sólo sabe que lucha por una causa pero desconoce sus connotaciones, sus deseos y sus consecuencias. Lo más brutal de las corridas de toros (más que la carnicería que implica) es que el toro realmente desea embestir la bandera y todo el sistema está organizado en torno a ese deseo. ¡Ahí es donde reside su pornografía!

Las tetas al aire han perdido la condición disruptiva que alguna vez tuvieron cuando las feministas quemaban sostenes hace décadas atrás. Para combinar punk y tetas, mejor es escuchar a Nina Hagen viendo algún buen sitio pornográfico como Tube8 (http://www.tube8.com/) y el problema queda resuelto sin usar la política o el arte como excusas.

Esto no es difícil de explicar: el mainstream y el sentido común sostienen la prohibición de exhibir ciertas partes del cuerpo porque así se puede regular su acceso y tarificarlo (simbólica y financieramente). Exhibirlas es, entonces, una protesta blanda que sólo ratifica esa particular economía del deseo que considera al cuerpo como patrimonio y propiedad, reduciendo las posibilidades de la satisfacción con -y en conjunto- con el otro. FREE BODIES RIOT!

Es difícil hablar del tema que está de moda y escapar de los arrebatos, de las lealtades exigidas, de la sorpresa auto-inducida, de los problemas construidos a la medida y espectacularizados para que nuestra reacción sea automática y alimentemos así el caudal apolítico del “dale con el like» que alimenta Facebook.

Es difícil, precisamente, porque la moda oculta su condición, declarándose a sí misma una “contingencia universalizada». Es decir, un hecho que oculta todos los otros que ocurren simultáneamente (y los que históricamente lo precedieron y le darían contexto y sentido) para organizar simbólicamente el devenir del mundo. Esa pretensión, a todas luces ridícula, es útil porque satisface una necesidad imperiosa: el mundo debe tener sentido porque nosotros necesitamos un lugar y una causa. Y cuantos menos sentidos y causas, mayor poder de control.

Afortunadamente para este sistema de significación y para esta ideología de la que participamos, cuando nuestra atención se centra en estas “contingencias universalizadas» ya no somos capaces de sostener nociones históricas. Porque todas las ilusiones que las sostienen se desarmarían frente a nuestros ojos y aparecerían otras nociones como la futilidad de los esfuerzos; la del cuerpo como territorio independiente y las de grupos como organizaciones autónomas y co-dependientes. Y esto nos obligaría, como sujetos y como sociedades, a tomar decisiones políticas de largo plazo.

Pero nuestra participación en la moda es irrelevante. Porque nuestra decisión, autónoma y deseante, consolida el rango previsto.

La publicidad aprendió mucho más sobre política que lo que aprendió la ciudadanía: aprendió a convertir el malestar en acción. Pero en una acción desarticulada socialmente, utilizando la consigna política de manera despolitizante, dejándonos como sujetos inocuos, triviales. Nuestra previsible respuesta es el sustento del marketing emocional.

Ahora, lo único cierto que sabemos de una moda es su inevitable obsolescencia. Y también su inevitable regreso en formas vintage y edulcoradas.

Ahondar en adjetivos sobre este proceso nos sitúa siempre al borde de reforzar el creciente discurso moralista, débilmente místico, donde la amistad es una maniobra defensiva pre-apocalíptica y no una relación profunda e intensa entre sujetos que se reconocen otros, iguales en la diferencia.

La salida de la repetición interminable requiere un acto de sinceramiento: es lógico y bastante obvio que las sociedades envejecen y con ello se vuelven conservadoras. Es lógico y obvio que hemos envejecido a nuestros hijos haciéndolos repetir gestos inútiles de rebeldía.

Quedamos frente a una paradoja de tipo freudiana: el padre no puede señalar al hijo que debe matar al padre porque el acto de rebeldía sería simultáneamente el cumplimiento de la ley. O dicho en otros términos: la pedagogía de la rebeldía es imposible porque la pedagogía sólo puede enseñar conocimientos que se han estabilizado para las estructuras de poder que quiere consolidar.

(Quizás, sólo podemos intentar una pedagogía de la emancipación).

 

Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Ilze Petroni
Investigadora de Arte

Enlaces destacados:

  • fotos en uno de los multiples perfiles de facebook de Pussy Riot (requiere tener una cuenta de facebook)
  • The True Blasphemy. Slavoj Žižek on Pussy Riot.

Galería de Imágenes.
Colaboró con la recopilación de imágenes Virginia Buitrón.

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