La protesta polí­tica como una forma de arte polí­tico

Voy camino desde La Plata al Centro Cultural de España de Buenos Aires a la segunda charla que hace la curadora guatemalteca Rosina Cazali, en el marco del programa 9 curadores, presentando el trabajo que ha realizado en los últimos años en conjunto con artistas de Centroamérica incluyendo exposiciones, intervenciones urbanas y performances.

Hay una serie de eventos coincidentes: a Rosina la conocí en un simposio en mayo de 2006 realizado en Valencia (Venezuela) y organizado por Carmen Hernández sobre institucionalidad artística e institucionalidad cultural, esa misma semana fue el cierre del canal de televisión RCTV por el gobierno bolivariano de Hugo Chávez.

Rosina llega a Chile el 11 de septiembre, fecha marcada y sobresignificada varias veces por la Historia: en Chile la fecha fue elegida para el golpe de estado que derrocó a Salvador Allende anticipándose al supuesto ataque que sufrirían las fuerzas armadas durante la parada militar (19 de septiembre) que surgiría desde los cordones industriales y los cercarían en el Parque O’Higgins (antes denominado Campos de Marte).

Esta ficción justificatoria se alinea con las supuestas armas de destrucción masiva que justificaron la segunda Guerra de Irak, que fue la forma simbólica de desquitar el dolor, la rabia y la frustración que se generó en el pueblo norteamericano luego de ese 11 de septiembre del ataque de las torres gemelas. En ambos casos la acción fue una forma de fortalecimiento del poder económico, político y militar de un país desestabilizado como en tantos otros casos, como ocurrió con la decisión de ordenar la guerra de recuperación de las islas Malvinas.

Las consecuencias de estas maniobras políticas son a largo plazo y marcan un par de generaciones, que son difícilmente recuperadas por las instancias reparatorias y que, por acción y reacción, influencian la producción de contenidos en las artes visuales, como una forma de dar visibilización critica a las construcciones simbólicas que se hicieron imprescindibles.

¿A que viene todo esto? Pensaba en el contexto para explicar los trabajos de intervenciones urbanas realizados por artistas en Chile durante los últimos años que, desde diferentes acercamientos, se hacen cargo del problema político como acá en Argentina fue Tucumán Arde o el Siluetazo.

Trabajos como los realizados por TUP (trabajos de utilidad pública), Toma de Terreno, la experiencia de relacionamiento con el entorno que ha realizado la Galería Metropolitana, el énfasis que ha puesto como laboratorio de reflexión social Espacio G, las convocatorias Movilidad Social y Comercio Ambulante (que organizamos desde Sepiensa) y obras como las que incluí en la exposición [BELONG HERE] sobre un ampliado tema de la migración que realicé en el Centro Cultural de España en marzo de 2008, entre ellas las de TALO que trabaja sobre la marginalidad, la pasta base (paco) y las armas hechizas.

La política es una cuestión de situación y eficiencia, para explicar la acción hay que contextualizar el razonamiento que llevo a la decisión y que colaboró en el diseño de la estrategia. Tenemos a lo menos dos acercamientos posibles a la evidencia de lo realizado, uno es principalmente histórico y localiza espacial y temporalmente un suceso estético-político y otra que analiza el excedente (la obra, la acción, el registro) desde su significación simbólica independizado para funcionar en diversos escenarios sociológicos.

Esto lo expliqué en Rosario cuando analicé la obra LOPEZ de Lucas di Pascuale: ocurre que un objeto, que reconocemos como una obra, es radicalmente modificado debido al origen cultural del espectador. En Argentina (Julio) López es el nombre de un desaparecido hace dos años en un gobierno democrático por intentar atestiguar contra delitos de la dictadura argentina. En Chile (Daniel) López es la chapa (el nombre que camufla) que utilizó Pinochet para depositar en cuentas internacionales y desaparecer el dinero que robó durante su gobierno. La obra se ve bifurcada en su significación.

Esto se opone a aquellas obras de arte político que se denominan así sólo por la posibilidad formal de reconocer un encapuchado o una consigna. O aquellas que, en un afán de crítica económica, se refugian de un desarrollo conceptual en el grafismo del código de barra. O la victimalización explicita del cuerpo en la performance.

El arte político se mueve en dos niveles de eficiencia simbólica, uno es contingente, el otro es intempestivo. La obra de arte político funciona como un señalamiento hacia las personas y hacia la cultura.

Es por eso que la comparo: en política la repetición del gesto vacía su eficiencia, la marcha, el panfleto, la arenga cuando adquiere el tono de soliloquio e incluso el gesto terrible y mortal del quemarse a lo bonzo van desapareciendo como apelaciones a la justicia (cualquiera que ésta sea) a medida que la sociedad encuentra modos de integrarlas desactivándolas.

Las protestas de estudiantes secundarios en Chile, por la LOCE dictada por la dictadura y reemplazada por la LGE por el gobierno concertacionista, utilizó la mecánica tradicional de la protesta favorecida por la utilización de medios tecnológicos de fácil y, en muchos casos gratuitos, de circulación de la información como los blogs, celulares, flirck, etc.

Eso no es gran cosa. Lo analizábamos bromeando durante una charla al decir que el óleo también fue uno de los nuevos medios en algún momento de la historia del arte relativizando así la fascinación actual con las nuevas tecnologías. Si no se construye un nuevo lenguaje, una nueva gramática, la obra no es más que un traslado de soporte.

Pero ocurrieron durante las protestas secundarias a lo menos dos hechos notables: una de las protestas realizadas consistió en dejar post-it (mensajitos con autoadhesivo) con las reivindicaciones solicitadas sobre el edificio de la Universidad de Chile. El otro fue que, durante una marcha y por megáfono, se coordinó que la marcha avanzara de espaldas por la principal avenida de Santiago a pasos del Palacio de La Moneda.

Ambas acciones, que catalogaré como performances de masas, son formas innovadoras de mass action que podemos señalar desde un punto de quiebre epistemológico como obras de arte encontradas, de las que participan los actores sociales, en las que se diluye la autoría y que actúan como un ya-hecho (ready made) que modifica y densifica el imaginario social estéticamente, sin perder en ello su fuerza política.

Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
La Plata, Septiembre 2008.

6 Responses

  1. Muy buena la reflexión. Lo que dices, medio en broma, sobre el oleo como «nueva tecnología» realmente sucedió con el advenimiento de la imprenta, invento que más de uno pensó acabaría con la memoria humana, ya que al poder consultar facilmente lo publicado, ya nadie se tomaría el trabajo de saber algo de memoria…

    saludos

    Andrés

  2. Muy iluminadora la reflexión.Los que somos de paises con largas dictaduras, sabemos de la pérdida de eficcia de los lenguajes adoctrinadores. Si, una nueva gramática es necesaria, pero también nuevas metáforas en viejos soportes(papel) y antiguas técnicas (dibujo) siguen diciendonos que no olvidemos a los López, a ninguno de los dos López. Aquí, en Rosario,hace un par de años, se trató de despojar a la Jefatura de policía,edificio siniestro, en donde los presos estaban en los sótanos y se los llevaba a laterraza para tirarlos al patio,de su horroroso contenido simbólico. Seguramente con el tiempo y arenando la fachada, se podrán dar conciertos de Jazz y poner una alfombra en el suelo para tapar la sangre de tantos…El tiempo todo lo devora y no es grato a una sociedad cuyo 50% fué complaciente con la dictadura militar que le estén recordando tanto…Así es la Argentina… ojalá hubiera un arte colectivo, callejero, anónimo y militante! Eso no pasa o pasa poco..Muchas gracias por este espacio.

  3. Interesante post! el arte, a mí modo de ver, es un reflejo social.

    Debo confesar que de todas las causas del Golpe del 73 en Chile, es primera vez que escucho lo que llamas «ficción justificatoria «, de hecho me atrevería a decir que de todas la causas justificatorias, la que realmente movió a los militares fue que el iluso* Congreso Nacional de la época encabezado por la bancada DC, declarara inconstitucional el gobierno de Salvador Allende, después de eso era lo que llamamos «Coser y cantar».

    *Iluso, porque pensaron que los militares les entregarían el poder a ellos y no contaron con que serían disueltos también por un laaaaaaaaaaargo tiempo.

    Saludos

  4. Estimado Jorge,

    Me parece atingente y oportuno refrescar nuestras memorias sobre el conductismo de las manifestaciones políticas y particularmente aquellas de carácter ritualístico; que más que una manifestación de orden artístico, las atribuciones son a mi juicio de orden religioso en camino hacia una mitología.

    Su reflexión sobre la guerra de los “pingüinos” ha sido sin lugar a dudas de alto impacto en Chile no tanto en su contenido político, sino más bien, en su aversión a la clase política que persiste sobrevivir de lo que se entiende hoy en día como el paseo de un muerto vivo. En este contexto me parece recomendable hacer referencia de un libro en particular titulado “Millenium” del escritor francés y ex asesor de Mitterand, Jacques Attali. De manera muy sucinta pero incisiva, describe precisamente el mundo en el cual vivimos hoy día. Con más de dos décadas de antelación fue capaz de anticipar lo que es un hecho irreversible en la disolución de las naciones y con ello la casta política que los enviste.

    Por lo tanto me temo que su parábola del “oleo” es muy comparable con el efecto retardado y ambulatorio que tienen las manifestaciones políticas versus el cruce de fronteras espontáneas que observamos en el mundo cibernético. Como usted lo indica la eficacia de los “pingüinos” está dado por lo último.

  5. De tu inteligente disparo sobre la repercusión que desata la acción política para ser vista como forma artística ,rescato el lenguaje ,que es un medio expresivo utilizado tanto por la sociedad como por los artistas .Ahora bien ,cuando el zapato aprieta no lo expresa igual el que lo lleva puesto que el artista que lo reproduce.
    Una cosa son las imágenes desgarradas de quienes soportaron o soportan el peso criminal de las dictaduras y otra la forma exterior de verlas. En cuanto a los recursos utilizados sean materiales ( Oleos ) o técnicos ( cibernéticos ) creo que son solo eso –RECURSOS — lo que cuenta es la imagen ,la palabra , lo que se dice y como se dice .
    La sociedad nos fagocita ,la prensa no informa solo intenta enseñar a pensar en determinada dirección ,los políticos son corruptos y crueles ,pero los artistas seguimos descubriendo nuevas maneras de seguir existiendo…..
    Muchas gracias por tus envíos que significan que todavía creemos en el valor del arte.
    Emma Calviño.

  6. Creo que lo importante no son los recursos materiales o tecnológicos, sino que la acción , el hacer cotidiano, el involucrarse y participar, presentes en cada individuo como una forma de manifestacíon política y por qué no artística. Recordemos que el lenguaje es un medio de expresión no sólo de la sociedad sino también de los artistas como integrantes de la misma. Gracias por permitirme opinar.

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