Las Artes Visuales consideradas como un Deporte de Masas

Estoy convencido que cuando algo es dificil de explicar lo mejor es mostrarlo como algo que todos dicen comprender. Las metáforas y las alegorías permiten ser menos específicos en lo académico y dar cuenta de las grandes concepciones que cruzan nuestra imaginación del mundo. Este método poco científico se da mucho en las conversaciones y pequeños debates, pero se pierde el jogo bonito al momento de pontificar desde un texto.

Pensando en las relaciones que establecen las instituciones de arte con los medios de comunicación llegué a una conclusión terrible: las galerías se acostumbraron a que la cobertura de los medios sea la de la reproducción de los comunicados de prensa. Colaboraron en ello que los periodistas son, en general, bastante flojos, están apremiados por las entregas y, en algunos casos, no conocen de lo que están hablando. Por su parte a las instituciones le conviene esta modulación de la interpretación de su labor, evidentemente! nunca son interpelados, no necesitan respaldar sus decisiones.

Y pensando en ese acuerdo de impunidad sobre la acción de las instituciones de arte aparece en la televisión un comentarista futbolístico que hacía residir las causas de los desaciertos de un equipo fuera de la cancha. Repentinamente había pasado de las fintas a los contratos, de los laterales izquierdos a las sociedades anónimas, de la lesión a la lección.

¡Extraños son los caminos de este Señor!, explicaba contextos generales y casuística representando las estructuras conceptuales y de poder que establecen sus rangos de acción. Cuando Albert Camus decía «al final de cuentas todo lo que aprendi de moral y de obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol» hacía una afirmación que vincula el comportamiento individual con los comportamientos de masas organizadas. No hay nada más serio que jugar.

Entonces, acordemos para empezar que en las Artes Visuales hay pichangas de barrio y fútbol profesional; que hay Jugadores, Comentaristas, entrenadores y dirigentes; que hay goles que se pierden en la puerta del Arco, goles de media cancha y que hay Brujas Veronas que los hacen desde la portería opuesta, que hay técnica y que hay fuerza.

Si seguimos asi diremos que las pichangas son más espontáneas que los torneos, que surgen entre amigos que se divierten en el ejercicio, que las estrategias se arman a viva voz apenas uno de ellos quita la pelota, que la cancha a veces es de tierra y que no se celebra el resultado si no el haber jugado. Cerveza mediante, la pichanga es un evento social de consolidación de identidad, lugar efectivo de micro-políticas dirían para usar la palabra de moda.

Los Fouls (las patadas) son con fuerza y sin técnica, si no hay arbitro todos son arbitros, si no hay plata para camisetas la mitad juega sin polera (remera). Todo es un acuerdo inestable entre las partes.

El fútbol profesional por otra parte todo está mejor definido. Hay una mayor variedad en todo: jugadores, técnicos, entrenadores, dirigentes. Además los jugadores han aprendido a simular una falta, con el objeto de detener el partido, una jugada peligrosa, descansar o recibir instrucciones. Las pretensiones también tienen otro marco, los jugadores son elevados a la categoría de idolos que desean ser internacionalizados.

Entre los que gustan del fútbol círculan los nombres y sus técnicas, sus posiciones, su carrera. Se toma partido por un equipo nacional y por uno internacional. Los resultados son comparados en, a lo menos, dos sentidos: el marcador y la estética del juego. Los equipos comparativamente malos, como los chilenos, juegan al empate o con la calculadora en la mano. Construyen sus posibilidades en las deficiencias de los otros. Y a veces apuestan de visita lo que han consolidado de local.

Alrededor de los jugadores en la cancha hay legalidades establecidas, mercados y mercaderes, cobertura y análisis. Hay demanda de imágenes y de objetos, hay necesidad. ¿Por qué? por que el fútbol, como casi todos los deportes de masas, explican cosas más allá de su ambito de acción.

Para finalizar, la coprolalia chilena asigna la misma frase a dos situaciones: embarazar imprevistamente a una mujer o ser asignado como padre de un hijo que no le pertenece. Se dice: Meter un gol. A veces pienso que, en comparación con lo que he descrito, hemos perdido por goleada, en ambos sentidos.

Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Abril de 2007
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NOTAS:

– La fotografía fue encontrada en el Rocko.Weblog