Sabrás entonces lo que las Itacas significan.
Ulises. Konstatinos Kavafis
este artículo forma parte de los reportes de
la gira LINK&EXCHANGE – Junio a Julio 2012
Ulises era un marinero idiota. Su vida completa estuvo perdida en un mar que -ahora y para nosotros- es un mar pequeño. Su travesía es sólo una anécdota más de una persona común. Una anécdota destinada al olvido, vencida por la indistinción de la cotidianidad. Alea jacta est.
Pero su vida es una cuestión de la literatura; es un marinero que organiza y excede las vidas de los marineros de su época. Que organiza y excede nuestras vidas porque esa anécdota, trágica en su terquedad y ridícula en su esfuerzo inútil, estableció parámetros culturales incluso para aquellos que olvidaron o nunca conocieron su nombre.
Porque tras cada nombre y cada palabra está oculta toda la organización del mundo. No existen problemas simples sino relaciones distraídas. Ignorarla lo corrobora. Invocarla no la conjura. Accionándola sabemos las condiciones que nos hicieron sujetos. Lo que no es poco.
Y, como en el arte, las cosas y los nombres tienen el valor de la pregunta que los interroga. Todo permanece oculto para quien mira con complacencia. El poder (hacer) es mecánico cuando se ejerce sobre el mismo objeto. Y en tiempos de autómatas es preciso demostrar que somos humanos.
Los griegos inventaron el mundo, bromeaba Rodrigo Petkovic y nos dejaron a nosotros el problema. Su habilidad de perseguir signos, de hipotetizar el presente, de desconfiar de lo evidente es lo que hoy llamamos cultura. Ese ejercicio terrible de sentirse otro hace posible lo otro. Es una vulnerabilidad que activa la complejidad del mundo ante nosotros.
O quizás Ulises es Colón, quien por buscar una cosa encontró una mayor. O quizás Ulises es esa sorpresa inicial del que desembarca en el indicio de lo otro, de lo incomprensible, de lo que nos acecha tras los órdenes que hemos forjado para nuestra seguridad y nuestro beneficio. Porque detenerse es retirarse.
O quizás porque Ulises es los Indios Caribes que -más que una tribu- eran un sistema de relación e intercambio, de viajes y asentamientos en el que asumían como propias las costumbres de los otros, contaminándose mutuamente con su lenguaje y sus costumbres, obligados a la exogamia que exige a los parentescos y las herencias a negociaciones políticas donde el cuerpo es objeto de deseo y estrategia.
O simplemente porque viajar es lidiar contra uno mismo, ponerse a prueba, saberse provisorio y endeble. Porque quizás viajar es partir en busca de cómplices para otros viajes más arriesgados, más imprevisibles e inciertos, para enfrentar los demonios por los que fuimos educados para quedarnos, para evitar las dudas y acallar las sospechas.
Porque cada uno tiene su Ulises. Porque cada uno de ellos es indivisible de nuestras decisiones, porque cada uno es estadísticamente probable y a veces sólo lo llevamos a cabo.
Porque Ulises banales, intrépidos o razonabilistas enfrentan el mismo básico problema y lo resuelven dentro de un rango previsto; pero con respuestas inaugurales.
Como el Ulises de Joyce con su deriva palabrística, insignificante y significadora, casi inmóvil. Un viaje es saber que es posible lo que imaginamos en condiciones impensadas. Viajar es ajustar el entendimiento y la voluntad, forzarlos en sus capacidades, sobrexigirlos.
Viajar es la acción de abandonarse uno mismo en el puerto y hacer posible el deseo de regresar un poco más uno, un poco más otro.
Jorge Sepúlveda T. Curador Independiente |
Ilze Petroni Investigadora de Arte |
3 Responses
Me gustó mucho el texto y creo que pude sentir algo de lo que ustedes viven con sus viajes. Un saludo muy grande.
Leo.
¡Una belleza el texto!
Qué suerte leerlo. Un abrazo desde Maracaibo, Venezuela.
[…] Ulises o algunas razones para el nomadismo. Jorge Sepúlveda T. e Ilze Petroni. Julio 2012. https://curatoriaforense.net/niued/?p=1621 […]