Como todo itinerante provisorio, vemos del mapa una selección de objetos y de imágenes, de personas y voces, de instituciones y proclamas en micro espacios del “parque temático Valladolid” michoacano.
Según la hora, el ánimo y las circunstancias acontece el vaso medio vacío. O lleno de unas otras cosas no esperadas que nos mueven a preguntarnos por el estatuto de lo diurno.
Al mediodía llueve una luz blanca que delimita cada cosa como cada cosa, sin sus sombras, sin sus contrastes. Ahora puedo ver “la cosa” en su apogeo. Y miro:
Una fuente sin agua.
Un territorio sin estado.
Unas sillas que esperan su gente.
Unas ausencias que no se nombran.
Un pasado encapsulado en una carpa.
Un recorrido por lo autorizado.
Una Feria de libros donde también se venden libros usados.
Un ejercicio de inventario de lo molesto.
El arte trabaja de noche.