These boots are made for walking,
and that’s just what they’ll do
one of these days these boots
are gonna walk all over you.
These boots are made for walking
Nancy Sinatra.
Otra acepción de la frase incluida en el artículo anterior es cuánto es lo que se habla y cuánto es lo que efectivamente está ocurriendo en la obra. Una versión facilista de esta distinción categórica es la objeción que suelen hacer quienes quieren creen que el discurso, la historización y la crítica de arte pueden negar lo que los ojos ven, que se pueden imponer por sobre la percepción directa. A mi gusto no la niegan ni la ocultan, realizan una traducción y una adjetivación que la coloca en perspectiva con otras percepciones que ya constituyen experiencia. Un poco de todo eso hablaremos ahora.
La performance que acompañó a los videos el día de la inauguración de Mistress Señoritas era, en rigor, una puesta en escena: tenía toda la impostación requerida, una detallada exageración kitsch de los elementos gramaticales del porno-blando (softcore), lo que hace posible que se diga todo lo que es claramente reconocible por un público medianamente informado, sin requerir mucha atención los efectos colaterales de la construcción de ese lenguaje o de sus signos. Insisto, la performance era una teatralización extrema y bueno, como en todas las teatralizaciones, la estétización coreográfica se come a la carne y al deseo, quedando la interacción reducida a puros ojos para puras geometrías.
Excepto por algo. Señorita Ugarte fue vendada, amarrada y dejada para «ser utilizada» por los asistentes. Esto atentaba contra la actitud contemplativa requerida por el resto de la performance realizada y modifica los parámetros en los que se trataba a los espectadores (en rigor espectadores). Más aún cuando su asalto a besos y manoseos sobre un fotógrafo descuidado, y así sucesivamente sobre otros, demostró que su actitud no iba a ser pasiva (a pesar de estar sostenida/contenida por las amarras). Su actitud redefinió el uso de los espacios de exhibición.
A ojos cerrados olía la cercanía de los cuerpos y los atacaba de esa manera carnívora: algo como el frenesí alimenticio en los tiburones. Y claro, uno no acostumbra ser alcanzado de ese modo por las obras en una inauguración. Convirtió a algunos espectadores en decisionalmente voyeristas y a otros en material de exposición. El espectador entonces es requerido por la obra, la distancia es una decisión de involucramiento perceptual, consciente y caliente.
La pregunta que nos hacíamos al rato después con Daniel González es si realmente uno desea una exhibición pública de lo privado o de lo licencioso sea así de este modo, acaso uno quiere ver convertidas las «obras de arte» en trozos extractados de la realidad que te obligan a definir cuál es la justa distancia. Quizás si, quizás no. Acá yo opondría mi criterio de la obra de arte como empobrecimiento de la realidad a fin de otorgarle sentido, pero esta vez desde la obligación de la decisión por la acción ineludible. Pero vamos con calma.
Si el asunto es «sexo en el escenario» podríamos decir que ya lo hace Madonna, vulgar esteticien. Si el asunto es la brutal exhibición del deseo ya hemos comentado el video del perreo chacalonero, bruto y burdo pero en rigor inconteniblemente deseoso. O intentar superar el satanismo de masticar murciélagos en el escenario y convertir las obras en un imaginario reaccionario iconoclasta de la simbología teologizante. ¿Cómo hacer, entonces, que lo que se produce como obra no sea un gesto conmemorativo?. Para mi es un asunto de competencias y aplicaciones. Competencias en tanto capacidades, aplicaciones en tanto no son ejercicios gimnásticos si no donde efectivamente se realiza su pretensión.
El artículo anterior terminaba preguntándose cómo es posible hacer una estética que sea, a la vez, política y deseante. Bueno, el arte es un espectáculo que puede señalar mediante modos seductores e intrigantes aquellas discordancias entre lo dicho y lo hecho, sin recurrir a los métodos desgastados e ineficientes de la denuncia y el reclamo. Puede hacernos ver si somos capaces de vivir con el deseo de los otros.
Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Agosto 2007
5 Responses
[…] MISTRESS SEÑORITAS :: exponerse es ponerse en riesgo. por Jorge Sepúlveda T. [ 07 de agosto 2007 ] […]
no tengo las palabras tuyas, no soy critica pero estoy de acuerdo en que se confunde mucho la representacion, representar algo, pera caer en el aburrimiento, pues si la representacion me hablara de algun vacio, algo mucho mas interesaante seria!!! pues si se quiere denunciar algo, no basta con describirlo.
mane
[…] Mistres Señoritas :: exponerse es ponerse en riesgo, Jorge Sepúlveda T. [07 de Agosto 2007] recomienda este artÃculo por e-mail No hay Comentarios a este post escribe un comentario RSS feed for comments on this post. TrackBack URI Dejanos tus comentarios Saltos de Lineas y de parrafos son automaticos, tu e-mail nos sera publicado, codigos HTML permitidos: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <code> <em> <i> <strike> <strong> […]
y dices…»Bueno, el arte es un espectáculo que puede señalar mediante modos seductores e intrigantes aquellas discordancias entre lo dicho y lo hecho, sin recurrir a los métodos desgastados e ineficientes de la denuncia y el reclamo. Puede hacernos ver si somos capaces de vivir con el deseo de los otros» …agregaria…(«o desaparecer…)siempre fuiste artista entonces…
Saludos
[…] Porno Total. Rafael Cippolini, 10 de Julio 2009. – Mistress Señoritas, exponerse es ponerse en riesgo. Jorge Sepúlveda T., 07 de Agosto […]