Un TRICEL para las Artes Visuales :: no es oro todo lo que brilla

El problema de la participación democrática en los procesos institucionales de las artes visuales se podría definir, desde el campo simbólico de la seguridad ciudadana, por la diferencia entre riesgo efectivamente controlable y sensación de seguridad. La sensación de seguridad es un estado emocional que da cuenta de la percepción del entorno, y está mediado precisamente por las categorías de pensamiento según las que se organiza esa percepción.

Entonces ¿Cuántos policías se necesitan en un país de paranoicos?. La cifra no es posible de determinar precisamente porque, bajo la óptica de un paranoico, no hay posibilidad de ajustar la sensación de seguridad a las medidas de control del riesgo.

El asunto es que está circulando un mail, que ha sido reenviado por múltiples agentes culturales chilenos, con el titulo “vota por el homenajeado del día de las artes visuales 2008” con el siguiente texto:

A través del siguiente sistema de votación propuesto por la comisión organizadora del Día de las Artes Visuales constituida por diversas Organizaciones Culturales y el Área de Artes Visuales del Consejo Nacional de la Cultura

Lo invitamos cordialmente a participar del proceso de elección del homenajeado para este año 2008.

Agradecemos indique con una X el nombre de la persona que usted considere merecedor del homenaje.

Se ruega votar solo una vez y enviar este formulario a maite.gallego@consejodelacultura.cl

Se adjunta formulario de votación y un documento con una breve reseña de los 5 nombres propuestos.

Es probable que este formulario te llegue más de una vez, por favor VOTA UNA SOLA VEZ y reenvía tu formulario marcado a maite.gallego@consejodelacultura.cl

Centraré este análisis en un par de puntos que tienen que ver exclusivamente con el procedimiento de elección. En Chile se acostumbra, como una muestra de probidad en una elección (desde las presidenciales hasta las elecciones de presidente de curso en los colegios) la existencia de un TRICEL, sigla de tribunal calificador de elecciones. Este organismo está conformado por observadores imparciales y su función es velar por el conteo independiente de los votos, la verificación del padrón electoral (el listado de las personas con derecho a voto) y la certificación de los resultados.

Todos esos aspectos son una incógnita en esta invitación a la participación democrática para el homenaje. Lo único explícitamente evidenciado es el listado de los artistas susceptibles de ser elegidos, pero acá aparece el segundo punto: ¿quienes fueron los elegidos (y en que calidad de representación institucional) para seleccionar a los homenajeables? ¿Bajo qué criterios?.

Entonces el punto es que una acción democratizadora se transforma en un gesto debido a los errores en su implementación. A esto es a lo que me refiero en el primer párrafo: hay una diferencia cualitativa entre participación efectiva y sensación de participación.

Podríamos definir que la participación es una cuestión de relaciones entre partes que se reconocen mutuamente, se validan en esa relación y construyen criterios de equivalencia donde se definen las diferencias y los modos políticos de negociación y complicidad. La pregunta siguiente es ¿para que se usa la participación? Para establecer coincidencia de intereses a partir de objetivos diferentes.

En Chile las relaciones de la institucionalidad pública de las artes visuales con los agentes culturales, y las organizaciones que éstos han formado, carecen de una dinámica democrática preestablecida y una normativa explicita que las regule. La relación entre institucionalidad y agentes para-institucionales es una relación asimétrica donde se imponen intereses y objetivos de una parte sobre las otras. Esta iniciativa es un síntoma.

Hay dos hermosos ejemplos donde la normatividad fallida (o ausente) de la participación electoral ha devenido en intervenciones no democráticas: el primero es la votación en el estado de Florida el año 2000 donde obtuvo la presidencia George W. Bush y el otro, mas local, es la inscripción fallida en 2001 de los candidatos democratacristianos al congreso chileno que motivó la redacción y aprobación en 24 horas de una ley de extensión de plazo, en rigor una ley hecha a medida.

El argumento que se usa para justificar esta iniciativa, insisto, es la democratización del proceso pero esta democratización actúa a nivel de sensación de participación, otorgando falsas satisfacciones a expectativas débiles, ya que por si mismo inhabilita la contrastabilidad de los datos constituyéndose en una democracia sin información. Habilita un derecho a voto, pero sin voz, con urna cerrada y funcionario designado.

A diferencia del paranoico de la seguridad ciudadana, que mencionamos al comienzo, estamos frente a toda una comunidad artística (donde confluyen agentes culturales e institucionalidades) que han validado, tácitamente, la figura del estabilizador acrítico que, en lugar de verificar la implementación y el funcionamiento de los procesos de participación, se valida en un discurso corrector de fachadas, olvidando que la mona, aunque se vista de seda, mona se queda.

Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Valparaíso, Junio de 2008.

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¿Por qué habría que homenajear a Elena Varela en el Día de las Artes Visuales?. Justo Pastor Mellado [25 de junio de 2008]

6 Responses

  1. Bien por el texto. Lo peor justamente es cuando se intenta pautear e imponer un criterio , en este caso de elección , digamos, casi popular. Por otro lado, hacerle caso a la convocatoria de elegir al «personaje del año», que nos sumemos al acto sublime de elegirlo, simplemente se transforma en una legitimización o espaldarazo a las malas practicas que, por cierto, son pan de cada día en esta patria «democrática».
    saludos.

  2. Me parece indignante como se manejan algunos asuntos, sobretodo tomando en cuenta que leo esto justo despúes de leer dos artículos (nuno en el Mercurio y otro en La Nación) acerca del tema de la Trienal de Santiago.

    saludos.

  3. Estimado amigo:
    Desde España te comento, el sistema democrático está muy bien para la política y otras áreas sociales. No así en el arte, es imposible por su propia naturaleza. No digo que el arte sea pra elites (aunque ha realmente sí)m o digamóslo de otra manera, el arte (la alta cultura) es para personas con gran formación.
    No obstante hay que luchas contra el poder cultural establecido para que las propuestas independientes tengan eco.
    Saludos
    Pedro Pizarro

    Pedro: hay dos cosas diferentes, una es la construcción de criterios de calidad
    y la otra es la selección de «homenajeables». Para la primera estamos totalmente de acuerdo que debe ser sostenida por la capacidad del discurso.

    Para la segunda, como es el caso de esta elección se puede hacer un reconocimiento democrático que no mide la calidad si no la repercusión efectiva en el imaginario social, es mas bien un BRAND MAKING, una producción de marca relacionada a la producción de obra, eso podria medirse como un rating televisivo.

    Las autoridades chilenas han desestimado la posibilidad de un jurado calificado por este sistema de simpatías. Insisto, son dos cosas totalmente diferentes con objetivos diferentes. Acá lo que yo critico es la forma de su implementación. un abrazo, Jorge

  4. Me parece insólitamente redundante tanto la acción “democrática” como el demandante. Con ello no quiero desmerecer el esfuerzo o legitimidad de pensamiento, sin embargo, la pregunta de fondo sería: ¿cuándo el fenómeno artístico ha sido democrático?

    Con el debido respeto se tiende a confundir el sentido de la cultura como lenguaje consensual con un oportunismo que todavía no logro descubrir su relevancia. Actualmente, estamos frente una genuina democratización en las redes de información y les puedo asegurar que el perfil en cuestión se vierte como una gota de agua en un océano.

    Nuestra atención y responsabilidad debería enfocarse más bien en el contexto macro y como ello está incidiendo en nuestra “supracultura”. El tirarse incienso unos a otros a instancias de un supuesto “público cautivo” es sintomático de un sistema autoritario que ejerce lastimosamente una dilatada dictadura ideológica. Lo anterior es práctica común en casi todos los nichos de información, esto va desde el modelo narcisista hasta la solicitud de servicios que comprende en su fin, doblegar nuestra voluntad. La intrascendencia resulta precisamente en un fin que obstruye nuestra genuina humanidad, es decir, el libre albedrío.

  5. Visto a la distancia ,coincido en la preocupacion del Curador Sepulveda al abrir una cuestion que a esta altura no puede ser modificada ,pero puede ser util para futuras propuestas. El arte no puede ser evaluado , es subjetivo .Y hoy por hoy el recorrido institucional es el que determina .Emma Calvino, desde Bs.As.

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