El artista Cees Krijnen ha realizado una serie de fotos que hacen congeniar humor y fantasías sexuales, ligeramente críticas pueden ser evaluadas desde 2 puntos de vista:
– la estetización de la crítica que finalmente la desarticula como mecanismo de análisis. [1]
– la posibilidad de hacer argumentables estas otras versiones (en el sentido común) de las imaginerías predominantes de las costumbres. [2]
Como ambos sucesos pueden ocurrir simultaneamente en diferentes públicos que tengan acceso a la obra entra a tener importancia el contexto expositivo de mensaje (su medio), colocar obras implica dos clases de lectura: lectura de obra y lectura de entorno.
Además toda obra expuesta tiene una efectividad mensurable: esta fotografía puesta en un convento sufriría un sindrome de fuegos artificiales (efectismo de cortisimo plazo), puesta en una galería de internet es casi indiferenciable (ademas de dificilmente encontrable) y en una Galería de Arte se objetuaría (en caso de Galeria comercial) o se academizaría (en caso de una galería pública). [3]
Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Noviembre 2006
NOTAS:
[1] escuché decir esto, por ejemplo, de la exposición de Alfredo Jaar en Teléfonica Chile.
[2] como en el caso de Gunther von Hagen y su exposición de cadáveres «plastinados».
[3] una ficción interesante al respecto es la «exposición» de Simon Pope donde la galería vacía deja espacio a las obras que se recuerdan como reseña Luis Guerra en su blog
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