Es difícil caminar por las zonas comerciales periféricas sin reparar en los modos de exponer la mercadería en venta. Verdaderos montajes con reglas propias, tendientes a generar el consumo, avanzan sobre las fachadas y los interiores de los locales. A poco de adentrarse uno queda sumergido en una suerte de microclima saturado, de un gusto un tanto más original y de recursos reales. El conjunto deviene en una lógica estética identificable y enérgica. Contraste y lectura simultánea, no hay renglones, todo debe leerse al mismo tiempo. Paseos de información precaria, sonoridad envolvente.