Street art (without street)
Asistimos a uno de los que se consideraban los espacios alternativos de la escena guayaquileña, un sitio denóminado “Inmundicipio”. Particularmente se trataba de una enorme casa abandonada, una propiedad privada que era alquilada por el artista Daniel Adum Gilbert para generar proyectos, eventos de graffiti, fiestas, intervenciones. etc.
La propuesta surge de manera contestataria a ciertas limitaciones explicitas, y hasta burocratizadas de la actividad artística callejera, impulsadas por la alcaldía de Guayaquil.
A partir del proceso de regeneración de la ciudad, en cuyo plan estaba claramente admitidas ciertas manifestaciones controladas del arte contemporáneo, es que se prohíbe o inhibe las pintadas espontaneas en los muros. La medida llega al extremo de condicionar el color en que deben ser pintadas las fachadas de los hogares particulares, con afán de uniformidad del espacio urbano. Parte del plan para el encauzamiento correcto de las artes outdoor es la habilitación de una pared específica para realizar graffiti en el marco del Festival de Artes al Aire Libre, lugar donde el artista podría “expresarse” a condición de no manifestar nada demasiado “políticamente” valorativo u ofensivo, reduciendo las posibilidades a algo llanamente decorativo; y provisorio, porque luego la pared sería repintada de blanco para una nueva expresión (esta información nos fue dada en una charla en el Museo Municipal de Guayaquil ).
La casa se nos presento, paradójicamente, como el único lugar posible de admisión de una cultura street art (without street), hecho que claramente funciona como fenómeno crítico en oposición a estas limitaciones, de manera independiente del tipo de graffiti que allí se realice [1].
[1] También comento como hecho clave el intento de un grupo de artistas de pintar los muros que daban a la calle con módulos de colores, a lo que la alcaldía reaccionó repintando las paredes de un neutro color gris.
