El día 29 fue mi cumpleaños número 31, y también fue el primer día oficial de residencia. Resultó que tomé agua de la chave como una loca y me enfermé mucho del estómago, así que durante la tarde y la noche lo pasé mal, apoderándome del preciado baño (somos 25 personas) y durmiendo como oso en invierno. Este fue sin duda el primer paso para la pérdida del pudor.
No obstante, el título de este relato tiene que ver con las cosas que pasaron al día siguiente.
Durante toda la jornada de revisión de portafolios, fue muy impresionante conocer, desconocer y reconocer lo propio en la obra y el trabajo pedagógico de los demás compañeros. Sin duda este recorrido fue el segundo paso, lento, tedioso físicamente y con mucha información sobre procesos históricos y políticos que han afectado a América Latina de la mano de las dictaduras, la coca cola y la necesidad de reafirmar las identidades.
Ya durante la noche por fin pudimos celebrar con un asado argentino, cervezas y música. Nunca me habían cantado el cumpleaños feliz en tantos idiomas.
Último y definitivo paso al comienzo de las confianzas.