Este es un texto justificatorio que ha surgido de la pregunta recurrente que reverbera cada vez que una crisis o un impulso obliga al arte a preguntarse todo de nuevo. Hace ya casi un año me hice cargo como curador independiente de la Sala Victoria Subercaseaux del Museo Benjamín Vicuña Mackenna(1), un museo biográfico y periférico en lo institucional que me ha facilitado la libertad de una sala subterránea para mi trabajo.
En este tiempo se han montado exposiciones (2) que han pretendido, por la invitación realizada a los artistas, problematizar las obras que han realizado, colocar en pie forzado la producción y reciclaje de obras para el montaje requerido, generar una conversación entre artista, curador y público orientado a la construcción de claves visuales de lectura de la contingencia y, principalmente, colaborar en la construcción del imaginario social a través del imaginario artístico.
No se ha buscado en este procedimiento la validación del espacio museal como un espacio de exhibición si no como un espacio de trabajo, de experimentación y enunciación: esta sala ha sido levantada como un laberinto/laboratorio donde todos somos objeto de estudio y recolectores de datos/investigadores.
No se ha atendido, para la selección, a los curriculums si no a las pericias productoras/comprehensivas requeridas para el arte contemporáneo. La vieja apelación al oficio escapa acá a la capacidad técnica de las manos/máquinas y se ha trasladado al criterio aprehensivo y la capacidad de síntesis visual para la generación de objetos que acotan y comentan la realidad.
En esta sala toda exposición es un riesgo, a pesar de la excelente recepción de los medios de comunicación que han posibilita crear un área de influencia, las preguntas y sus problemas requeridos son disquisiciones objetuadas que utilizan (a favor y en contra) la seducción de la belleza/estética para plantear que el arte es una herramienta de la cultura para entenderse a si misma y sus consecuencias sociales.
Es por esto que, a pesar de que es más fácilmente comprensible llamar a lo que hemos hecho «exposiciones de arte», preferiría llamarlas Hipótesis de Trabajo: esa es su naturaleza, proposiciones sujetas al ensayo y error, revisiones lógicas y discursivas anotadas a través del impulso, las predisposiciones y los prejuicios como también por la historia (personal, sentimental y productiva) con la que cada artista llega a este proyecto.
En varias ocasiones nos hemos visto llevados por la improvisación entendida como la inteligencia de los sucesos y la rápida respuesta a los inconvenientes que surgen, en varias ocasiones las grandes planificaciones han debido ser escritas de nuevo, parcial o totalmente. Los procesos decisionales han sido expuestos en su crudeza: lo que se desecha es tan importante como lo que se conserva.
Hemos tenido toda la libertad que el presupuesto nos ha permitido: hemos dado valor al producto construido con el costo de los materiales que nos han sido accesibles. Hemos desarrollado soluciones técnicas y tecnológicas a la medida de nuestros requerimientos.
Hemos actuado políticamente generando complicidades con las instituciones, el empresariado, el público y los agentes del poder. Hemos conversado con la realidad social y sus representantes de igual a igual cada vez que uno de sus problemas se ha cruzado en nuestra área de investigación, cuando sus temas y sus soluciones discursivas se demuestran tambaleantes, taxativas y/o perentorias.
No hacemos carrera, desarrollamos estrategias. Los artistas y el curador hipotecan sus privilegios en cada montaje por que creemos en la capitalización del saber, que el ejercicio suelta la mano, que la acción y la decisión perfecciona la pericia. Hay otros lugares (museos, galerías, etc.) donde anotarse puntos en la carrera, donde realizar inscripciones históricas que nos hagan deseables por los escribas, donde realizar negociaciones inclusivas.
Nuestro trabajo es un juego que tomamos seriamente: queremos saber qué es el arte, cúal es su lugar, cúal es su lógica, queremos probar cada una de las conclusiones que hemos heredado para saber si aun tienen validez, queremos saber qué podemos hacer con lo que tenemos.
Queremos saber, cada vez, qué es lo que podemos hacer con lo que tenemos.
Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Santiago de Chile, Abril 2006
NOTA 1: El Museo Benjamin Vicuña Mackenna queda ubicado en Avda. Vicuña Mackenna 94, Providencia, Santiago de Chile. Fono: (562)222.9642 web: http://www.dibam.cl/subdirec_museos/mbm_mackenna/
NOTA 2: Las exposiciones realizadas hasta Abril 2006 son: «encuentre las 7 diferencias (entre ciudadano y consumidor)« (colectiva por convocatoria, mayo 2005), «Imagen y Semejanza« de Daniel González (Agosto 2005), «Bóveda« de Leonardo Portus (Septiembre 2005), «Oficio y Desembarco« de Sergio León (Octubre 2005), «Espejismo» de Paulo Ogino (Noviembre 2005) , «Niktalope« de Cristina Arancibia (Marzo 2006) y «Mercancía« de Luis Guerra (Abril 2006). El Calendario 2006 incluye, a partir de Mayo, a los artistas Camila Pino, Barbara Vergara, Barbara Gillmore, Francisco Sanfuentes, Isabel Ribes, Francisco Papas Fritas, Rodrigo Piraces y Cecilia Avendaño.
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la enhorabuena!
Ya tenéis Internet en la sala?
SUDA-K