La figura de Pinochet se está transparentando :: la obsolescencia convertida en fantasmagorí­a

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[foto de Nicolás Sánchez]

Las opiniones que he recibido sobre mi anterior artículo han sido variadas, pero muchas de ellas yerran su objeto. Yo utilicé la muerte de Pinochet como ejemplo para comprender como se extienden las influencias de las síntesis visuales en el imaginario social.

Los ejemplos, como ustedes saben, sirven para establecer un objeto como rango y para hablar de algunas de sus particularidades (evidentemente circunstanciales). El ejemplo es una excusa, el diagrama y el relato del proceso son el fondo. Confundir o incitar a la confusión del ejemplo con el enunciado de un discurso es impropio del discurso que pretende entender el funcionamiento de la comprensión donde los hechos y los ejemplos son accidentes: el ejemplo debe ser tratado como un síntoma.

Aclaro todo esto para poder decir el siguiente ejemplo que es el que motiva este artículo: escuché a mi hermana Carmen decir que “había sentido al enterarse de la muerte de Pinochet, mas o menos, lo mismo que cuando murió Lady D o lo que sentiré cuando muera Don Francisco eso es Pinochet para la mayoría de la gente que está viva en Chile en este momento: Una figura mediática [1] presente aún en los medios pero que ha ido perdiendo relevancia con el pasar del tiempo. Uno se encariña perversamente con quienes conoce por su recurrente presencia en nuestra cotidianidad. Ese es el punto: la figura pública (ficcional) de Pinochet sirvió para la construcción de sentido de múltiples discursos hasta que esos discursos pudieron independizarse de él y reemplazarlo.

Augusto Pinochet ya es un fantasma, ya no puede volver. La persistencia del temor está basada en la posibilidad que su muerte sea un fraude (como Hitler aún viviendo en la Antártica), que algunos lo tomen aún como ejemplo (como el diario que llamó al nieto Pinochet III, como inaugurando una monarquía) o que se objetualice en otros Pinochet nuestra incapacidad para juzgarlo y condenarlo.

Lo que decía en mi artículo anterior era que aprovechen de gastar sus chistes sobre Pinochet, luego ya no tendrán sentido. Sin embargo el mecanismo que hace posible esa figura permanecerá aún vaciado de este accidente Pinochet como antes fue vaciado del accidente Lady D.

Lo que hacen los registros históricos y los análisis que de ellos se desprenden (o se les imponen) es una forma de imaginar las posibilidades de la acción individual dentro del mundo en medio de los grandes movimientos de la Historia. Las hipótesis históricas que se leen detrás de las crónicas (a veces ocultadas intencionalmente) son grandes cajas que normalizan y normatizan su significación. Es en el plano de esta regulación que el pensamiento y el individuo puede hacerse cargo de lo que ve/percibe/experimenta.

La figura ficcional que nosotros manejamos de Pinochet es la que hizo posible que actuáramos a lo Pinochet en nuestras casas y en nuestras conversaciones, en el ejercicio de la autoridad y/o en el desprecio de la disciplina. Pero a diferencia de aquella famosa frase «muerta la perra, se acaba la leva»[2] podemos preguntarnos si nuestra imaginación no encontrará otra figura histórica/mediática/política en la que hacer residir esas posibilidades de la fuerza impune.

Jorge Sepúlveda T.
Curador Independiente
Santiago de Chile, diciembre 2006.

NOTAS:
[1] de farándula política o de política farandulizada.
[2] Augusto Pinochet se refiere así a los sucesos en la transmisión radial militar cuando le informan sobre el suicidio de Salvador Allende.

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  1. […] Mirar las imágenes que se han ido acumulando de Augusto Pinochet Ugarte en estos años es un experiencia orgásmica para un historiador visual: estos documentos han ido recogiendo y graficando los constantes vaivenes de la figura pública/política del general/dictador/senador. Iniciada por la primera fotografía de la Junta de Gobierno [octubre 1973(?)] retratados como una pandilla de temer [1], las sucesivas fotografías oficiales de la DINACOS [Dirección Nacional de Comunicación Social] y la maquinaria publicitaria de la Campaña del Si, esta construcción oficial de la imagen de marca y, por otra parte, la construcción de la figura del antagonista, una figura que va desde el reduccionismo de la figura del demonio impenitente hasta la infantilización de su nominación [2] indican que a Pinochet había que denostarlo en el plano que estuviera a mano. El asunto es que la construcción de la imagen de Pinochet es clara y obviamente ficticia en ambos casos: la providencia de sus acciones económicas (que lo han llevado casi a la canonización) y la maldad irredimible de sus accion libertadora del cancer marxista y sus metástasis humanas. En ambos casos esta simplificación tiene que ver con la cantidad de adjetivos que podemos comprender simultaneamente de un objeto lo que produce una narratividad unificadora y univocante. Los Augustos de los que estamos hablando no pueden ser uno, son (curiosamente) recortes de cartón pintado para el tiro al blanco (de balas o besos). Esta construcción nos habla más de la capacidad de los chilenos para realizar una lectura y narración de la realidad que del objeto al que se refiere [3]. El segundo punto es el humor, Freud mencionaba en algun texto (que no recuerdo ahora) que el humor es la forma de enfrentar lo trágico de la existencia mediante procesos de distanciamiento. Curiosamente el medidor más verídico de la perdida de importancia de Augusto Pinochet en la cotidianidad chilena es que ya apenas es mencionado en los chistes. A diferencia de las agendas programáticas de los poderes fácticos el chiste toma sólo estos reduccionismos conceptuales (estos bosquejos/caricaturas) cuando están vigentes, cuando hay experiencia en común respecto a lo que se habla, cuando su accionar no puede ser obviado. El humor es un socavamiento, un conjuro y un ocultamiento requerido para poder para poder seguir viendo/utilizando la realidad de modo eficiente. Para terminar sólo quiero señalar que el problema actual del museo biográfico es tomar nota cuidadosa de cómo se va desarrollando su agotamiento significativo, en otras palabras cómo esa alegría genealógica concertacionista, al menos en este punto, ya viene. Jorge Sepúlveda T. Curador Independiente Diciembre 2006 NOTAS: [1] Aunque posteriormente extendida hacia el pasado con la foto de Salvador Allende con Pinochet y en la que aparece como edecán de Fidel Castro. [2] Luego de la muerte de Pinochet el 10 de Diciembre 2006 Daniel González exclamó “Pinocho ha muerto, lo mató Geppeto”. [3] por ejemplo, los vampiros chilenos como los de pelicula/teatro o el chupacabras son seres precarios hambrientos de sangre y no de deseo. POST en BLOGS: – La figura de Pinochet se está transparentado :: la obsolescencia convertida en fantasmagoría – El Día que Murió Pinochet en los blogs – Pinocho y su obra: imaginario musical – Proyecto 19731990 – La muerte del dictador, convocatoria de MuñozColoma 4 Comentarios escribe un comentario […]

  2. […] NOTAS: [1] he publicado anteriormente los artículos el cuerpo de Pinochet está muerto :: notas sobre la figura pública y la alegría ahora si ya viene y La figura de Pinochet se está transparentando :: la obsolescencia convertida en fantasmagoría. [2] este episodio se reitera cuando Pinochet es condenado publicamente sólo cuando son descubiertas las cuentas en el Banco Riggs, el antecedente de los crimenes por derechos humanos no tuvo nunca el valor ajusticiador de los delitos económicos. No hay Comentarios a este post escribe un comentario RSS feed for comments on this post. TrackBack URI Dejanos tus comentarios Saltos de Lineas y de parrafos son automaticos, tu e-mail nos sera publicado, codigos HTML permitidos: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <code> <em> <i> <strike> <strong> […]

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