Todo lo que se ve no es
Día de encarar la realidad local. Conocer los extremos Guayaquileños, que son tan notables como en cualquier ciudad sudamericana, resguardando sus sabidas proporciones y especificidades.
Una historia pesada y mal contada que solo se lo hacen saber bajo cuerdas.
Día también de vivir los extremos.
Do luxo ao lixo (aquí invoco a mi rico portugués y sus posibles métricas por falta de equivalencia en castellano)
Al mismo tiempo, de cómo se lo ve desde afuera, la vida sigue tranquila.